Unas palabras del maestro Roberto Carballo
Nadie pone
en duda que hay que empezar conociendo, analizando las necesidades, sabiendo
desde donde empezamos. Pero ….. pero …. las prisas y otras razones culturales
impiden que se empiece por donde hay que empezar, y las necesidades las
“ideamos” a partir de nuestra propia experiencia, proponiendo ideas que
solventan lo que nosotros creemos. Es un formato muy corriente: trabajar desde
la idea, desde nuestra idea, en lugar de trabajar a partir del análisis de las
necesidades reales -tal vez no hubiera necesario recalcar lo de “reales”, pero
por si acaso-, y las necesidades no están en nuestra cabeza, sino que se sienten
por personas, por personas que son las primeras demandantes de soluciones para
abordarlas. Personas y grupos que pueden permitirnos comprender mejor lo que
ocurre y por qué ocurre, y hasta pensar posibles soluciones, que ellos, dado
que sienten la necesidad, han buscado y a veces, ideado. Las cosas empiezan por
donde hay que empezar, si es que queremos hacerlas bien.
Y la
INNOVACIÓN empieza por las NECESIDADES, normalmente sociales, porque si son
individuales se resolverán en otros ámbitos: Necesidades sociales. Y por ahí
hay que empezar SIEMPRE. Las ideas más o menos personales sobre lo que se
necesita, pueden llevar circunstancialmente a buenos negocios, pero el
porcentaje de error es muy grande, porque no se sabe, sino que se cree. De ahí
que casi todos los programas de emprendedores empiecen por ideas, y sean tan
poco eficaces. Normalmente a los posibles participantes se les pide que aporten
“su idea” y que se apasionen con ella. Luego se les forma para que pongan en
marcha la idea que tenían, en muchos casos, una empresa. Se les forma en
términos técnicos, en habilidades concretas.
No, las cosas no empiezan por las
ideas, sino que las ideas, que no son tal y como ahora se conciben, sino como
representaciones complejas de lo real, las ideas, repito, surgen del
conocimiento de lo real, y el conocimiento básico de lo real se consigue
profundizando y conociendo en directo, analizando e interpretando lo que está
ocurriendo y lo que realmente se siente como necesario, y para eso analizar a
los potenciales clientes es decisivo. La fuente de información básica serán
personas y grupos, y los recursos de análisis básicamente cualitativos. Los
cuantitativos son muy costosos y poco eficientes.
Cuando Irizar quiere saber lo
que necesita un cliente y como le puede diseñar una carrocería para su flota de
autobuses, sencillamente se sienta con ellos y analizan las necesidades reales.
Los de Irizar evalúan cada uno de los factores, y acaban buscando una buena
síntesis que finalmente se forjará como un diseño concreto. Esa ruta es casi
ideal, pero las rutas han de empezar por donde tienen que empezar, y la
innovación nace en el analisis de las necesidades. Otro ejemplo, ¿cómo vamos a
hacer una buena educación si no le preguntamos a los alumnos actuales,
anteriores y futuros cuales son sus necesidades y que les gustaría tener y
participar? No son ellos probablemente los que han de encargarse de definir,
porque para eso nosotros somos técnicos educadores y conocemos más en
profundidad las posibilidades, pero si no pensamos desde nuestros alumnos,
sencillamente creemos, pero no pensamos. Se cometen demasiados errores, y
algunos terribles, por no atender a la máxima de empezar por donde hay que
empezar.
Y esta “otra
innovación” se proyecta o construye o diseña desde las necesidades y desde los
actores principales en ese proceso, a aquellos a que van a ir destinadas
nuestras ofertas.
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